sábado, 28 de enero de 2012

El Camino de Santiago (I) Madrid-Roncesvallles

Llegaron las vacaciones que durante todo el año esperábamos con ansiedad y llegó el momento de darnos nuestro primer empacho de moto. Teníamos planeado desde hacía meses que cuando tuviéramos una moto con la que pudiéramos viajar haríamos el Camino de Santiago.
No tuvimos claro hasta el último momento por donde lo íbamos a hacer, por una parte nos atraía hacer el Camino del Norte, a través de toda la Cornisa Cantábrica, nos parecía una alternativa apetitosa por los paisajes, pero también nos apetecía hacer el Camino Francés, por los lugares emblemáticos del Camino y por los monumentos del Románico.
Al final nos decidimos por el Camino Francés, así que ni cortos ni perezosos preparamos el equipaje en dos bolsas que se adaptaban perfectamente en las maletas laterales, y una bolsa que llevábamos sujeta con una red en la rejilla del baúl trasero, dentro del baúl, el botiquín, los trajes de agua, etc. y encima del depósito una bolsa con las cosas de primera mano y los mapas, así como el GPS, (que solo usamos el primer día), cámara de fotos, cargadores de móviles, etc.
Como el tema de la protección es indispensable y no sabíamos que tiempo nos iba a hacer durante el trayecto, elegimos, por mi parte, el traje de cuero, y por parte de Fefi el pantalón de cuero y la cazadora de cordura de entretiempo, (todavía no tenía cazadora de cuero).

Salimos de Alcorcón el día 13 de agosto en dirección a Roncesvalles, tomamos la M50 y salimos por la A2 dirección Barcelona, la primera parada la hicimos en la gasolinera que hay pasado Torija, donde desayunamos y llenamos el tanque de gasolina, la segunda parada la hicimos en Medinaceli, donde nos desviamos dirección Soria hasta Almazán. En Almazán hicimos una parada, tomamos un refresco y seguimos viaje hasta Valtierra, donde paramos a comer.
Hasta ese momento el camino fue bastante normal, la moto se comportaba excelentemente, la carretera agradable, poca circulación y el paisaje mesetario, os pongo una foto de una parada que hicimos para estirar las piernas y refrescarnos un poco en un pinar a la entrada de Ágreda.
En Valtierra comimos tranquilamente no llevábamos prisa, era el único sitio de todo el viaje que teníamos  reservado para dormir con antelación, el resto del camino lo hicimos a la aventura. Una vez cómodos y descansados continuamos viaje hacia Burguete que era donde teníamos reservada una habitación en una casa Rural, antes de llegar a nuestro destino tuvimos que parar para estirar de nuevo las piernas, estaba cansado, descansamos en un bonito paraje del prepirineo Navarro donde nos hicimos una fotos.
 Llegamos a Burguete, fuimos a la Casa Rural y dejamos las cosas en la habitación, nos refrescamos un poco y como todavía era temprano decidimos acercarnos a Roncesvalles, de ese modo al día siguiente tomaríamos camino hacia Pamplona a primera hora.
Ahí fue cuando tuvimos el primer altercado con la moto, es decir, que nos fuimos al suelo. Roncesvalles dista de Burguete unos dos kilómetros apoximadamente, salimos del alojamiento y a medio camino mi querida esposa me dio un golpecito en la espalda diciéndome que se había dejado olvidada en la habitación la cámara de fotos, paré al lado derecho de la calzada, estrecha como cualquier carretera de montaña y me dispuse a dar la vuelta allí mismo, puse primera, aceleré un poco solté el embrague y no se que pasó que a la querida Sultana se le ocurrió que quería tumbarse, así que se tumbó sin remisión sobre su lado izquierdo y Fefi y Gonzalo rodaron por el suelo, me asusté un poco y en seguida le pregunté a Fefi si se había hecho daño, cuando me dijo que no, me entró la risa, esa risa tonta que te entra cuando has cometido una tontería, pues esa. Levantamos la moto y seguimos con nuestro camino de regreso a por la cámara.
Llegamos a Roncesvalles y continuamos sin parar hacia el puerto de Ibañeta, el punto desde donde íbamos a comenzar nuestro periplo por el Camino de Santiago. Lo lógico hubiese sido comenzar en San Jean Pied de Port, en Francia, que es donde comienza el Camino Francés pero gracias a la incompetencia e inutilidad de nuestros gobernantes, así como a su afán recaudatorio, que les hizo adoptar el nuevo modelo de carnet de moto dos años antes que en Europa, mi carnet A2, sacado con tanto esfuerzo y dinero, no me permite salir fuera del territorio nacional antes del 2013 que será homologado en Europa, así que no pudimos pasar la frontera.

El paisaje que se divisa desde el Puerto de Ibañeta es espectacular, parados al lado de la ermita que lo corona, estuvimos haciendo fotos y relajándonos un poco.
La importancia de Ibañeta en el Camino de Santiago es notable, allí se considera que comienza el camino en España, allí tuvo lugar la batalla de las tropas de Carlomagno contra el caudillo árabe Marsilio y allí murió Roldán junto a sus doce Pares en desigual combate, por la traición del caudillo cristiano Galenón.
Según dicen los códices de la época en Ibañeta hincó la rodilla Carlomagno y rezó cara a Compostela.
Volvimos sobre nuestros pasos, o quizás hay que decir, sobre nuestras rodadas, y nos detuvimos en Roncesvalles, recorrimos el pequeño pero importante hito del Camino y sus edificios sigulares, el gran complejo dedicado a atender al peregrino y El Sancti Espíritu, donde Carlomagno celebraba los consejos con sus nobles. Tomamos un refresco sentados en una terraza y nos dispusimos a bajar hasta Burguete, donde dimos un paseo por el pueblo, cenamos un bocadillo en una taberna y nos fuimos a dormir.

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martes, 17 de enero de 2012

El rodaje (II)

Salimos de Casatejada alrededor de las 11 de la mañana dirección a Toledo, al llegar a Navalmoral de la Mata tomé la autovía E5 dirección Madrid, pero como no me gusta circular por autovía con la moto al llegar a Oropesa tomé el desvío hacia Puente del Arzobispo, cruzamos Puente y nos deviamos hacia Belvis de la Jara, atravesando Azután y Aldeanueva de Barbarrolla. En Belvis paramos a tomar un refresco en una terraza al resguardo del sol que caía a plomo por aquellas tierras, la moto la dejamos aparcada frente al bar, a pleno sol, por lo que cuando volvimos a subirnos a ella, el asiento achicharraba, según avanzaba la mañana el calor era más insoportable, mientras rodábamos por carretera era más llevadero pero cuando veíamos a lo lejos un pueblo y sabíamos que lo teníamos que atravesar a 40 Km. por hora, nos echábamos a temblar, que calor más insoportable.
La carretera era bonita para conducir, las curvas abiertas y enlazadas, algunas tras un cambio de rasante, me hacían emplearme a fondo, pero el paisaje muy seco, la tierra cuarteada por el calor y la falta de agua, salvo los alrededores del embalse de Azután, la vegetación era un espejismo.
Atravesamos Alcaudete de la Jara, Santa Ana de Pusa y los Navalmorales, a esa hora ya el estómago nos pedía el condumio correspondiente, así que en Los Navalmorales le preguntamos al empleado de una gasolinera donde podíamos comer y nos recomendó un restaurante en el siguiente pueblo, Navahermosa. Siguiendo las indicaciones de aquel amable hombre paramos en el polígono industrial que se encuentra al final del pueblo donde nos dispusimos a comer en la terraza del restaurante, a la agradable sombra de un gran emparrado que tiene el el patio de la entrada. Comimos bien y barato, descansamos un buen rato y continuamos viaje hacia Toledo atravesando Gálvez y Polán, ya casi a la entrada de Toledo nos desviamos por la nueva circunvalación para tomar la carretera de Argés donde pasamos esa noche en casa de nuestra hija.
A la mañana siguiente bajamos hasta Toledo y dejamos la moto en el taller para que le hicieran la primera revisión mientras nosotros nos dábamos un paseo. En una hora recogimos a La Sultana, el mecánico nos dijo que estaba perfecta y que la esperaba a los 6.000 km.
Antes de salir hacia Madrid me dirigí a la tienda y encargué un asiento de gel original de Kawasaki para sustituir el que trae de origen. Había comprobado en propias nalgas el único defecto que hasta entonces le había encontrado a la moto, y que con todo el que había hablado me había dicho, que lo que trae de fábrica no es un asiento es un "revientaculos".
Llegamos a Madrid a la hora de comer, pero ya comimos en casa y por la tarde a descansar y reposar las nalgas.


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lunes, 16 de enero de 2012

El rodaje (I)


Ya que teníamos previsto hacer una ruta bastante larga en Agosto, no me podía plantear iniciarla sin antes hacerle los primeros 1.000 km. a la moto, por lo que ni corto ni perezoso y después de haberle hecho durante la semana 600 km. a base de dar vueltas por los alrededores, familiarizarme con los pesos y las inercias, la frenada y las revoluciones con y sin pasajero, decidimos irnos a pasar un par de días a Casatejada, aproximadamente 200 km. de ida a través de los Valles del Tietar y La Vera, hasta Jaraiz, hacer noche en Casatejada y al día siguiente vuelta por Navalmoral de la Mata, Oropesa, Belvis de la Jara, hasta Toledo que es donde compré la moto y donde quería que me pasaran la primera revisión.
Un par de días antes le había montado las maletas laterales rígidas y el baúl trasero también rígido con su correspondiente rejilla, por lo que la moto tenía el aspecto que muestra la foto.
Impresionante ¿verdad?, así que salimos de Alcorcón después de comer, contando con que las horas de sol del verano nos permitirían llegar a Casatejada antes del anochecer, como así fué. Íbamos pertrechados cuan intrépidos moteros, pantalón de cuero ambos, yo con chupa de verano, cordura con frontal e interior de las mangas de red, mi mujer con chupa de entretiempo por aquello de que quizás cuando el sol baje tenga frío (ya sabéis como son las mujeres), además ella iba estrenando casco, un Shark modular que se había comprado días antes y que le apretaba bastante, claro, el vendedor le decía que eso era al principio, bla,bla,bla...
¡¡¡Que viajecito sufrió la pobre!!!, entre el calor que iba pasando con la chupa tan cerradita y el dolor de cabeza que le iba dando el casco, iba hecha unos zorros. Tanto que ni pudo disfrutar de la carretera tan bonita por la que íbamos circulando, ni del paisaje, ni de nada, de hecho no sacó ni una foto durante el camino.
Paramos a tomar un café en La Adrada, una Coca-Cola en Lanzahíta y un cigarro (eso solo yo) por Madrigal de la Vera, yo un cigarro y ella un descanso para aliviar el martirio del casco y la cazadora.
Rodamos sin prisas, sintiendo como se deslizaba la Sultana por la carretera, como entraba en las curvas y como salía perfectamente con un toque de gas, me quedé convencido de que no me había equivocado a la hora de elegir la moto, era perfecta.
Cuando salimos de Madrigal la carretera comienza a enrevesarse más, las curvas se hacen más cerradas obligándote a dibujar mentalmente la trazada sin errores, con anticipación para no llevarte sorpresas y ahí es donde te das cuenta de la comunión que tiene que existir entre el hombre y la máquina, donde suaves movimientos de tu cuerpo se traducen en inclinaciones de la máquina que te hacen tomar las curvas perfectas, un verdadero placer.
El olor del campo por la tarde, el aire que te acaricia la cara, el frescor cuando pasas por zonas de umbría, el sentirte dentro del paisaje y no detrás de una ventana, son las sensaciones que solo sentimos los que montamos en moto.
Y no digamos ya como se nos pone el ego cuando pasas por los pueblo y la gente se queda mirando la moto y ves como se paran y te siguen con la mirada mientras atraviesas el pueblo a baja velocidad.
Llegamos a Casatejada con la caida de la tarde cuando el sol en sus últimos estertores lo inunda todo de color naranja. Cenamos con los abuelos, salimos a tomar un refresco a una terraza y nos fuimos a dormir habiendo hecho los primeros 205 km.


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domingo, 15 de enero de 2012

Un poquito de historia



Desde siempre me han gustado las motos, pero tenía un problema, en mi casa eran enemigos de las dos ruedas, mi padre siempre decía, cuando veía una moto pasar y notaba que a mi se me cambiaba el semblante, se me ponía cara de tonto y se me caía la baba a chorros, "Mira, ese es Carne de Clínica".
Con ese panorama en casa, mi madre quitándome siempre las ganas pasaron los años, siempre fuí bastante obediente, no me planteé montar una batalla en casa para tener una moto.
Durante el servicio militar que hice en Ibiza, tuve un compañero ibicenco que tenía dos motos, era de familia adinerada y eso le permitía  mantener ciertos caprichos. El caso es que nos hicimos buenos amigos y me dejó para mi uso y disfrute una Bultaco Metralla con más años que el hilo negro y más kilómetros que el baúl de la Piquer.
Con esa moto recorrí la isla de cabo a rabo, disfrutando de las estrechas carreteras de la isla, de los bellísimos paisajes que esconde. Paseando a bellas ninfas del norte de Europa y de la Península que venían a la isla en busca del sol, de la juerga y de experiencias inolvidables.
Cuando terminé la mili, volví a Madrid y me casé, tuve un hijo y ya no tuve tiempo de pensar de nuevo en la moto. Pasó el tiempo, me divorcié y conocí a la que hoy es mi esposa, mi compañera y mi cómplice.
Durante años nos dedicamos a vivir, a trabajar y a sacar adelante a los hijos, casi sin tiempo para disfrutar y cuando me di cuenta tenía un montón de años, una mujer con la que compartir mi vida y mis aficiones y una casa que se nos queda grande porque ya estamos solos.
Y llegó el momento en el que me planteé que el tener muchos años no significa que no pudiera montar en moto.
Nunca me había sacado el carnet de moto, por lo que no podía comprarme una moto que me permitiera hacer viajes largos, tampoco pensaba recorrer el mundo, por lo que lo primero que hice, con la idea de dar paseos fué comprarme un scooter de 125 cc. A los dos meses se me había quedado pequeña, no era lo que yo buscaba, no eran las sensaciones que me hacía sentir aquella Bultaco Metralla cuando era joven. Decidí sacarme el carnet A2, pero para practicar con embrague y marchas y acostumbrarme de nuevo a una moto con caja de cambios, me compré una custom de 125, exactamente una Hyosung Aquila con 6.000 km. pensando en fundirla haciéndole perrerias.
Jamás pensé que con todas las limitaciones de tamaño, potencia, tecnología, etc. esa moto me pudiera hacer disfrutar como me lo hizo.
Si unimos todo esto que he contado a que mi mujer, que al principio era reticente a que tuvieramos una moto, decidió que como dicen en su pueblo, "Donde va la soga, va el caldero", se empeñó en no dejarme solo ni un momento en la moto. Recorrimos kilómetros en aquella Aquila azul-plata y nunca se quejó, nunca me dejó tirado, siempre pudo con los dos ( y no somos pesos ligeros).
Ante este panorama, con ganas de recorrer mundo, con una mujer que me acompaña, a la que le gusta mucho montar en moto, lo de sacarse el carnet y comprarse una moto grande era urgente, muy urgente. Así que puse manos a la obra y me saqué el carnet, a mis cincuenta y seis años, con las trabas que han puesto, cayéndome dos veces durante las prácticas, porque a los señores de tráfico se les empeñó que hay que hacer filigranas a velocidad....... En fin que en el més de julio de 2011 salí de la autoescuela con mi flamante carnet de conducir A2 camino al garaje donde me esperaba una no menos flamente Kawasaki Vulcan 900 Classic negra y preciosa, comprada un més antes en un arranque de impaciencia de esos que me caracterizan.
Os puedo decir que desde ese día hasta el día de hoy 15 de enero de 2012, a la moto le hemos hecho 13.300 km y eso es lo que quiero relatar en este blog, quiero mostraros el mundo tal y como lo veo subido en mi "Sultana" (que es como se llama). Poco a poco, tampoco tengo mucho tiempo, iré colgando entradas con las rutas que hemos hecho y las pertinentes fotos, en un afán de compartir, con cualquiera que quiera leerlo, nuestras experiencias.
Os agradezco de antemano vuestras visitas y si os gusta aquí vais a tener un sitio donde pasar el tiempo leyendo cosas de motos y moteros.